Habían pasado tan sólo dos días. Dos días, desde su Real fiesta de cumpleaños. Dos días desde su aventura con su sirviente, Alucard. Dos días y ahora, Integra estaba frente a frente con la Reina.
Esto es realmente para cansarse. Pensó ella.
Integra pensó de nuevo en su cumpleaños. Ella y Mouse habían espantado con éxito a todos los Caballeros, salvo a dos. Mouse y James incluso habían peleado a duelo; el ganador conseguiría protegerla. James tenía fuera de sí a Mouse y a ella misma le había robado un beso. Integra sonrió por dentro. James era bueno besando, pero nada podía compararse con un beso de Alucard.
Todos a su alrededor eran Caballeros, cada uno sentado en su honrada silla. Integra echó un vistazo a su asiento. Estaba vacío. Se estremeció, como si su lugar sin ella fuera una premonición. Su atención volvió al presente mientras oía susurros. Miró a los Caballeros. Se supone que eran aliados suyos. Se supone que trabajarían juntos para defender a la Reina y al País. Hasta ahora , todo lo que hicieron fue ponerla en ridículo, traicionarla y encarcelarla. Se habían visto siempre como chacales hambrientos, nada de aliados habían tenido y hoy no era diferente. Aunque no lo supieran, Integra tenía un oído muy bueno.
-Está usando ese horrendo uniforme verde, otra vez.
-Estoy de acuerdo. Sería más conveniente un vestido, algo de crédito a su verdadero género.
-Quién sabe qué tan frío corazón habrá crecido en su interior, teniendo en cuenta que es una joven encantadora.
-Estará demasiado ocupada con los niños para llevar adelante la Organización. Ganaremos su control fácilmente una vez que se quede embarazada.
Integra apretó los puños y empezó a contar. Era todo lo que podía hacer para controlar su lengua y mantener su rabia bajo control. Entonces, pensó en Alucard, que no se inclinaría ante cualquiera, sino sólo ante ella, pues controla Hellsing. Los mataría a todos y devoraría sus almas, hasta tomaría control de ellas. Integra sonrió con este pensamiento. Intentaron tomar la Organización en una ocasión. No pasaría de nuevo, ni ahora, ni nunca. De repente, todo se convirtió en tranquilidad, mientras que la Reina seguía hablando.
-Felicidades, Sir Hellsing, por su compromiso con Sir James Wellington.
-Si, eligió bien. Mi hijo será un excelente esposo y le dará hijos muy fuertes.-Sonrió Sir Wellington, con gran orgullo.
Integra gimió. Miró al bastardo: Satisfecho y orgulloso, como si ÉL mismo hubiera hecho algo grandioso.
La volvió loca el solo pensar en tenerlo como familiar político. Ella, que mató a Richard cuando trató de quitarle Hellsing.
Se preguntó cuánto tiempo iría a la cárcel si también le disparara.
Fuera cual fuera la sentencia, valdría la pena. Sin embargo, Integra fue discreta, como si nada fuera de lo común le sucediera.
-Gracias, Su Majestad.-Dijo esforzándose por ser cortés.-Lo veré más adelante, para conocerlo mejor.
Sólo entonces, las puertas se abrieron. Todos los ojos se fueron hacia el recién llegado. Era Sir James. Integra levantó una ceja. En la fiesta, había usado un traje negro y un tuxedo. Ahora, llevaba su uniforme de la Real Armada Británica. Estaba en sus tardíos treinta, tempranos cuarentas. Tenía el pelo castaño, cortado al estilo y propósito militar. Su modo de andar distaba de la forma del hombre armado, por deber, honor y acción. Entonces, Integra la aprobó. Era diferente de cualquiera de sus anteriores pretendientes. Fue dando zancadas hasta llegar junto a ella. Se inclinó ante la Reina.
-Su Majestad.
-Sir James.-Lo reconoció la Soberana.
-Mis disculpas por llegar tarde.
-Sir Integra Hellsing. Sir James Wellington.
-Sir Wellington.-Repitió Integra hacia él.
-Sir Hellsing.-Contestó como a sí mismo, reverenciándola.
-Bien. Ahora...-Comenzó la Reina.
-El compromiso será anunciado públicamente para el resto del mundo.
-Ambos podrán conocerse a lo largo de los próximos seis meses y entonces, contraerán matrimonio el trece de Noviembre.
-Sí, su Majestad. Bajo sus órdenes.-Dijeron Integra y James, simultáneamente.
-Sé que ustedes no lo harían de no ser el deber a la Corona.-Indicó la Reina, suavemente. -Pero espero que algún día lleguen a amarse el uno al otro.
De repente, el cuarto se volvió muy, muy frío. La temperatura descendió, helada formada sobre cada ventana y en cada taza con líquido en su interior. Podía verse respirar a todos allí y un silencio misterioso se colgaba en el aire. Integra suspiró pesadamente, pues sabía qué sucedería.
-Oh, no.-Gimió.-Alucard, no hagas esto.-Le advirtió, mentalmente.
De repente, Alucard estaba parado junto a ella.
Integra volteó y lo miró.
-Hola, Amo.-Dijo, con una mueca muy oscura.
-¿Qué demonios estás usando?-Preguntó, levemente sorprendida, más por su vestimenta que por su presencia.
-¿Esto? Se supone que es lo último en estilo.
Miró la ropa de Alucard. No estaba usando el sombrero y la capa de siempre. Llevaba un traje de tres piezas a rayas rojas, una camisa blanca de vestir, y un lazo rojo. No tenía sus lentes, pero aún usaba los guantes. Parecía normal y agradable, pero eso no disminuía la aureola de muerte y destrucción masiva que lo rodeaba.
-¿Qué haces aquí?-Preguntó ella, cortante y fría.
-Reclamo lo que es mío.-Contestó, con un gruñido bajo, mirando fijamente a James.
-Integra¿De qué está hablando?-Preguntó Sir James.
-No querrá saberlo.-Dijo Integra.
-¡Integra Hellsing, será mejor que mantengas a ese monstruo bajo control!-Exigió Sir Island.
-Alucard.-Llamó Integra.
-Diez minutos, Amo. Nada más.-Indicó Alucard, caminando hacia la Reina.
Integra lo pensó con detenimiento. Sería más fácil tratarlo si se lo sacaba ahora del pecho. Además, estaba comportándose. Nadie había muerto hasta el momento.
-Diez minutos.-Consintió.-Nada más.
-¡Integra Hellsing!-Gritó Sir Wellington.
Integra sólo levantó una ceja cuando los Caballeros comenzaron a susurrar y gritar cuánto desaprobaban su decisión. Les sonrió. Prácticamente se hacían en sus pantalones y todo lo que Alucard quería , era hablar.
En cuanto se acercó a la Reina, tres de los guardias del Palacio, acometieron a defenderla. Alistaron los rifles para dispararle si se acercaba más. Sin embargo, Alucard hizo una mueca y dijo...
-Quédense.
Cada hombre se congeló en su lugar. Alucard sonrió , pues eran tres estatuas humanas que lo miraban con odio.
-Alucard.-Se le dirigió la Reina.
-Su Majestad.-Se inclinó.
-Tiene usted algo que desea decirnos.-
-Sí, su Majestad.
-Lo escucharemos.-Consintió.
-¿No he sido un buen sirviente?
-Sí, lo ha sido. Sirviendo a Hellsing y a los ciudadanos de Inglaterra durante los últimos quinientos años.
-¿Alguna vez pedí algo a cambio?
-No, no lo hizo. ¿Hay algo que desee?
-Quiero a Integra Hellsing.-Anunció Alucard.
-¿ Qué !-Preguntó la Reina, completamente en shock.
De todo lo que pudo haberle pedido, la Reina jamás imaginó que se encontraría justamente con eso.
Integra se hundió por dentro mientras que el cuarto rompió en alboroto. Más susurros, más protestas, y más llamados para que Integra contenga a su monstruo. No podía ayudar, sólo preguntarse si se oponían porque Alucard la pretendía o se quejaban de que su futuro se les iba por la borda con esa alianza. ¿Quién, entre todos ellos, desafiaría a Alucard por su causa?
-¡No, usted no puede tenerla!-Gritó uno.
-¡Esto es demente y profano ¡No pueden entregársela a un demonio!-Gritaron otros.
La Reina simplemente levantó una ceja.
-¿Ahora me están dando órdenes? No es sorprendente que Integra los odie. En verdad son algo presumidos.
-¡Integra Hellsing, controle a su mascota!-Gritó ahora, otro más.
Ni Integra ni Alucard les prestaron atención. Sólo ellos dos existían en ese espacio y tiempo, pues se hablaban el uno al otro mentalmente.
-Eres mía.-Indicó Alucard.
-Ya lo has hecho.-Dijo Integra.
-Eres mía y de nadie más.-Continuó Alucard.
-Lo siento , Alucard, pero no puedo conceder tu petición.-Mantuvo la Reina.
-La tendré.-Insistió.
-Alucard, si fuera humano: Yo podría entregársela. Sé cuán fuerte es usted y cuánta confianza le tiene. Pero ese no es el caso, es un vampiro. Incluso de ser Medio Vampiro, el niño seguiría siendo un monstruo. Lo siento. Integra debe desposar a un ser humano.-Declaró la Reina.
-Que así sea, entonces. Si no me la entrega, se la quitaré.-Gruñó Alucard, dándole la espalda a la Reina y avanzando hacia Integra.
Integra permanecía tranquila y permanecía tranquila, a pesar del ruido y la conmoción encendiéndose a su alrededor. Podía oírlos, a los Caballeros, gritando y protestando, pero todo lo que veía era a Alucard, haciendo muecas estrambóticas y avanzando por su causa. No tenía ningún motivo para temerle. Él vino sólo a hablar. No estaba en plan de matar... Aún. De repente, James se movió y fue a parar frente a Integra.
-No.-Dijo.-No dejaré que la dañe.
-A un lado, humano.-Exigió Alucard.
-No.-Replicó.
Integra miró a James, como si fuera la primera vez. Este hombre no la conocía y estaba dispuesto a interponerse entre ella y Alucard. Era muy valiente o muy tonto. Aún no estaba muy segura, pero tenía que detenerlo ahora, antes de se le escapara de las manos.
-James, no. Yo no valgo su vida.-Dijo Integra, esperando que abandonara esa muerte segura.
-Usted será mía.-Dijo él, sin quitar los ojos de Alucard.-¿Qué clase de hombre sería si dejara que un monstruo se escapara con mi futura esposa y sin hacer nada para detenerlo?
-¿Y qué harás para detenerme, humano?-Gruñó Alucard, mostrando sus colmillos. Con eso, desapareció y reapareció tras Integra. La envolvió con su brazo izquierdo y la atrajo hacia sí.
-Alucard, déjame ir.-Demandó.
Sir James volteó para ver a Alucard sujetando a Integra, que luchaba para safarse, pero no podía. Sir James dio un paso adelante, desenvainando su espada para desafiar a Alucard, quien sacó su Jackal y le apuntó de inmediato.
-No.-Ordenó Alucard.-Vine sólo por ella. Pero no dejaré que usted me detenga.
-Entonces será mejor que me dispare. Porque en el segundo en que te vayas, iré a traerla de vuelta.-Declaró Sir James.
-¡James, no¡Detente Alucard , no te atrevas a dispararle!-Ordenó Integra.
Alucard miró fijamente a Sir James. Ese humano amaba a Integra con honestidad, o eso pensaba cuando menos. Ni siquiera había conocido a la verdadera Integra hasta el día de hoy y aún así, estaba dispuesto a morir por ella. Alucard cavó profundo en esa mente. Pudo ver la niñez de Sir James, solitaria por un padre que no lo quiso. Sir Wellington no sabía qué hacer con él hasta el día de hoy: Casarlo con Integra para dominar Hellsing. Creció en una escuela militar. Desarrolló un código de honor y una voluntad de hierro, sobrepasando a muchos otros jóvenes en las mismas condiciones. Vio al soldado en que se había convertido, sacrificándose por su Reina y por su país. Vio el por qué de que Mouse lo eligiera como esposo de Integra, de ser necesario. Era como Integra, daba su vida por las necesidades de otros.
Alucard bajó su arma. Sir James caminó hacia él, pensando que se rendía. El "click-BOOM" estruendoso de la Jackal de Alucard resonó a través del pasillo.
-¡ARRAGHGHH!-Gritó Sir James, intentando no caer al piso.
-¡Alucard!-Gritó Integra.
-Relájese. Fue sólo una herida en su carne. Vivirá.-Le indicó Alucard.
Un disparo provino desde la audiencia de la Reina: Más guardianes del Palacio acometían. Apuntaron hacia Alucard.
-¡Paren el fuego!-Pidió la Reina.-No dañen a Integra.
Con eso, Alucard sonrió en una mueca siniestra y tanto él como Integra, desaparecieron.
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